divendres, 18 de juny del 2010


Los hijos que parten con la aurora

Los hijos que parten con la aurora, ¿adónde van? ¿Qué misteriosa llamada no han podido resistir sus jóvenes destinos? ¿Qué hicieron ellos con nuestro amor y con sus plegarias? La noche ilógica no dejó que el alba diera a luz el día. Apenas unos pasos separan a veces la tumba del abismo. El tiempo es corto entre la sonrisa que lo arrullaba todavía ayer, y el cielo tabicado de una tumba. El río no hallará nada de todo lo que le prometían sus sueños: la caricia ruda de las rocas, los besos de las hierbas y las hojas, el galopar por la cumbre de la montaña y por el raso indolente de los prados. -Apenas nacido, el océano ya lo ha tragado.

Los hijos que parten con la aurora nos dejan con nuestros besos perdidos y con el peso de nuestro cariño. Nos dejan con ese amor que nos tritura, que arrastra sus cruces y pesares. -Nuestros besos perdidos y nuestras amarguras que, éstos sí, jamás nos abandonan. Y se nos dice: «La vida sigue y sigue. Tenemos que seguir también con ella». Pero nosotros, con la obstinación de pobres gentes que nada entienden del fragor de su futuro aniquilado, nosotros nos preguntamos: «¡Qué importa el camino que lleva hasta la tarde si hemos de marchar sin nuestros hijos!»

Aquél que roba nuestros hijos, roba también el sabor de los frutos del jardín de la tierra, roba la esperanza de las estrellas y la calma de las horas. Y hace del cielo un mármol frío donde yacen nuestras súplicas. Nuestras súplicas; ¿quién las oye? ¿Quién las oirá jamás? Si el cielo oyera las plegarias de una madre, el mármol se quebraría y su hijo volvería.

Los hijos que parten con la aurora, ¿lloran pensando en nosotros? ...¡No!, ¡escuchadme!; detrás del velo, los hijos sonríen. ¡Ya no tienen miedo, ya no sufren más! A las puertas del cielo dejaron sus lágrimas, las abandonaron en nuestras mejillas. Allá arriba, los hijos sólo saben reír. El reír de los que juegan con las estrellas, de los que juegan a trapecistas con el arco iris. No se llora cuando se juega en las dunas de las luces que ondean hasta el infinito, cuando se sabe que el infinito no desemboca en la nada, sino en otros horizontes, en otro azul, en otros cantos, en otros amores.

El tiempo de los ángeles es más corto que el de los hombres, porque los ángeles no tienen aquí su casa. Por eso son ellos viajeros de la aurora. Cuando pases la frontera de las lágrimas y de la rebeldía, entrarás en la claridad que ese ángel te ha dejado y que tú sigues sin ver. Entonces crecerás hasta alcanzar la hora que te lleve a él. ¡Nuestros hijos son felices! Juegan a la rayuela en las calles del cielo, pero en su rayuela ya no hay infierno. ¡Son felices! Corren riendo por la movediza arena azul del firmamento. Su paso no es indeciso, ni dudoso su vuelo por encima de los rabiosos océanos, de los torrentes y volcanes, por encima del estuario del tiempo por donde van nuestros destinos. Nuestros hijos nos hablan. ¿No los oís? Ellos nos dicen: «Si me amáis, no dudéis que sigo vivo. ¡Estoy vivo! ¿No sientes que mi mano acaricia tu rostro? ¿No sientes en tu pelo el aliento de mis besos? No hay ningún cariño inútil, ninguno de tus besos se ha perdido; yo los recojo. ...Ahora soy yo la que vela por ti: La vida es una cuna y somos nosotros, vuestros hijos del allá, los que nos inclinamos sobre vosotros. Cuando ya no te sientas angustiada, entonces por fin entenderás mi voz».

Los hijos que parten con la aurora no son hijos de la noche; están en el corazón del día. -Para nosotros, las estaciones desaparecen y creemos que nos arrastran hacia la tarde, hacia un horizonte de pobres esperanzas. No vamos hacia la tarde, sino hacia la aurora de nuestros hijos. Ellos nos esperan puesto que nunca nos dejaron. En la aurora de nuestros hijos está ya nuestra propia eternidad.

Patricia Lagunes


dilluns, 7 de juny del 2010


Dos años sin tí

El próximo lunes (día 14/06/2010 este año, 16/06/2008 cuando nos dejaste) se cumplen 2 años de tu partida. Dos años en los cuales han pasado tantas cosas...
Entre las grandes lecciones de vida que he aprendido, una de las más importantes ha sido la Fe, tener Fe, confiar…
No es menos cierto que una madre no puede resignarse ante la desaparición de un hijo o hija y cada día que pasa te añoro y extraño tanto... tal vez no se entienda pero así es.
Ahora, mi niña, tu alma se desplaza libre por el infinito, libre como el viento con esa libertad que tanto valorabas...
Hoy te quiero dar “gracias” por escogerme como madre, por los años que me regalaste, por todas las enseñanzas y el amor que me diste.

GRACIAS, MI PRINCESA....QUE TU BELLA ENERGIA NOS ALCANCE SIEMPRE!

¡TE AMO, HIJA!..........

diumenge, 6 de juny del 2010


Hasta que vuelvas no habrá una rosa que abra en la mañana, no asomará la luna en mi ventana, seré la sombra de tanta ausencia,

hasta que vuelvas será un camino incierto cada noche, te buscaré en la estrella que se esconde tras esa nube gris de mi tristeza...

hasta que vuelvas se volverán eternos tus recuerdos, se perderá mi voz en tu silencio será un vacío que nada llena...

hasta que vuelvas me dolerá hasta el eco de tu nombre, me clavará en el alma tus amores y no sabré vivir si no regresas....

hasta que vuelvas se clavará en mi amor tu despedida, me quemará el dolor de tu partida hasta que vuelvas ya no habrá vida...

hasta que vuelvas me quedaré tan sola y tan vacía tendré dentro del alma tanto frío y viviré por la ilusión de estar contigo... hasta que vuelvas...

El corazón de una madre es el único capital del sentimiento que nunca quiebra,
y con el cual se puede contar siempre y en todo tiempo con toda seguridad.

Mantegazza