
Vuelta a la vida - Ernesto Pérez Reyes
Las grandes ausencias
Dicen que el ser humano está preparado para superar cualquier dolor, cualquier perdida, menos la muerte de un hijo, biológicamente es un contrasentido, la lógica indica que los hijos deben enterrar a sus padres, pero ¿quién ha dicho que la lógica es perfecta y que las cosas suelen suceder siempre de la misma manera?
He vivido esta amarga experiencia, que reflejo no para el dolor, ni resurgir del sufrimiento, sino para comentar desde mi punto de vista real de los hechos y sucesos que viví y explicar cómo he podido ir saliendo del profundo hoyo de desinterés, desgana, incredulidad, hastío y desesperanza que produce la muerte absurda, cobarde, injusta, inmerecida e irracional de un hijo menor de edad.
Creo que es posible volver a vivir, aceptando la cruda realidad de los hechos y disponernos a planificar un largo viaje por un camino plagado de obstáculos, de penas, de desafíos, atravesar un desierto inmenso e interminable, cruzar un mar convulsionado, agitado y rebelde, colocar los pies sobre la tierra dirigir; la mirada al cielo e implorar a Dios, nuestro padre creador, ayuda, fortaleza, misericordia y fe para no desfallecer ni detenernos sino para llegar al horizonte de luz donde iniciaremos nuestra nueva vida.
Hay que dar el primer paso, lentamente, dolorosamente, pero se puede recuperar el sentido de la vida, lógicamente que no como antes, el ayer quedo atrás, pero podemos rehacer nuestra vida, renacer en un mundo que consideramos absurdo, volver a vivir, con nuestras debilidades, nuestras penas, nuestras condiciones, así se puede continuar la vida cuando creemos haber perdido el sentido de la misma, en un momento que invadidos por la confusión, el dolor, la duda y la depresión causada por tan absurdo acontecimiento lleguemos a creer no tener válidas razones para continuar.
Este testimonio, no procura dar consejos, ni ser ejemplo de nada, al final cada duelo es personal, cada uno lo asume según sus propios criterios y razones, pero una cosa sí es necesaria, moldeado el sufrimiento y aceptada la realidad debemos expresar nuestra solidaridad, el apoyo a todos aquellos padres, que han vivido la amarga experiencia de perder un hijo sin que la vida le dé razones que expresen o justifiquen este hecho para nosotros irreal, absurdo y sin sentido, para ello ofrecemos una mano amiga, no un consuelo, sino una mano de apoyo, porque no estamos solos, lamentablemente no es a nosotros a los únicos que nos ha pasado, ese es el mundo en el cual vivimos y donde debemos despertar de esta pesadilla que es tan real que nos ahoga el alma, nos exprime el espíritu y nos trastorna a extremos que solo nosotros podemos concebir.
Por ello debemos buscar caminos para superar el sufrimiento, para vencer el dolor, para no terminar convertidos en prisioneros de nuestro padecer , vivimos una realidad que tenemos, debemos, podemos y necesitamos enfrentar, para no convertirnos en seres débiles, implorando compasión o lastima, sino que desde lo más extremo de nuestro ser saquemos fuerzas espirituales, divinas, humanas para asumir nuestro mundo y enfrentarlo para no convertir a nuestro hijos ausentes en verdugos de nuestra existencia sino en dulces y amados compañeros eternos de nuestra nueva manera de vivir.
Este camino escabroso necesita solidaridad y comprensión, apoyo de nuestros familiares, de otros padres que hayan perdido un hijo, de amigos, cada quien vive su mundo y cada quien tiene sus problemas, nuestra pareja, nuestro hijos, ellos también afectados tan igual que nosotros, es necesario entenderlos. Ellos también viven su dolor y enfrentan este desierto.
"La vida es lo que va a sucederte, no te empeñes en hacer otros planes".