
No permitas que tu corazón explote en ira;
más bien, remplaza la ira con una bella sonrisa.
Sal a caminar, ayuda a alguien que lo necesite,
canaliza esa poderosa energía hacia el bien de los demás.
Y cuando veas que hay calma en tu mente,
entonces ponte a pensar sobre lo que pasó.
Charla con quien tengas que charlar,
soluciona las situaciones que haya que solucionar.
Verás que tu espíritu te lo agradecerá profundamente.
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