dissabte, 13 de desembre del 2008


"Para el amor no hay geografías, no hay fronteras y no hay tiempo. Del mismo modo que el tiempo no cabe en un reloj, así el amor no cabe en un recuerdo.

En cada suspiro y en cada atardecer estás presente, y en cada despertar me acompañas sin necesidad de que mi conciencia lo sepa, porque, al aparecer tú en mi vida, dejé de ser la misma persona. Algo interno cambió en mí y, al perderte, te incorporé bajo mi piel como algo vivo, como la fuerza del mar que empuja hacia el océano donde, en otro momento, volveremos a encontrarnos.

¿Cómo estar triste con tu partida después del regalo que me has hecho? ¿Cómo no sentir que por mis venas corre la energía del amor que me dejaste? Un amor que me hace vivir la vida de un modo diferente cada día, en otros sitios, con otra gente, pero siempre con la huella de tus manos que me ayudaron a escribir mi historia.

Por eso y por muchas otras cosas que ni siquiere aún conozco, he aprendido a no morirme contigo, sino a vivir contigo. Antes las dos en la tierra; ahora tú en el cielo y yo en la tierra, continuamos viviendo nuestras vidas, como dos piedras que el destino ha separado para que rodaran en espacios diferentes con la certidumbre de que volverán a reunirse en otra vida. Entonces, ¿cómo puedo extrañarte si estoy llena de ti? ¿Cómo no seguir amándote si llenaste de amor mi corazón?

(Del libro "Muertes inesperadas" de Eduardo H. Grecco)
LG