
LA MADRE TRISTE
Duerme, duerme, dueño mío,
sin zozobra, sin temor,
aunque no se duerma mi alma,
aunque no descanse yo.
Duerme, duerme y en la noche
seas tú menos rumor
que la hoja de la hierba,
que la seda del vellón.
Duerma en tí la carne mía,
mi zozobra, mi temblor.
En ti ciérrense mis ojos:
¡duerma en ti mi corazón!
Al sentir una gran tristeza te das cuenta
de que la alegría es el mejor remedio
para seguir adelante
de que la alegría es el mejor remedio
para seguir adelante
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