
Soñé con un atardecer. Corría con toda mi energía hacia el oeste,
tratando desesperadamente de alcanzarlo,
pero estaba perdiendo la carrera.
El sol me ganaba desplazándose hacia el horizonte y de pronto se ocultó.
Exhausta, dejé de correr y giré mi cuerpo para mirar hacia el este.
Lo que ví fue la vasta oscuridad cerrándose sobre mí.
Estaba petrificada por esa oscuridad
y lo que quería era seguir corriendo detrás del sol,
sabiendo que todo esfuerzo sería inútil,
porque ya me había probado que era más rápido que yo.
Entonces, perdí toda esperanza, colapsé en la tierra y caí en una profunda desesperación.
En ese momento pensé que iba a vivir para siempre en la oscuridad
y el temor invadió mi alma
Luego sentí una mano que se posó en mi hombro y me dijo…
“la manera más rápida de alcanzar el sol y la luz del día no es corriendo hacia el oeste, detrás del atardecer,
sino hacia el este, sumiéndonos en la oscuridad hasta encontrar el amanecer.”
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